miércoles, 20 de noviembre de 2019

7 . Los prohombres incumplen su palabra

A la mañana siguiente Tahar se dirigió al Concejo. Encontró allí a los dirigentes de Doeor agradecidos, pero no emocionados. Ellos, igual que el pueblo llano, habían esperado una lucha fiera, un final sangriento, una mano vengadora o, en su defecto, una muerte digna, aunque no por ello menos estúpida. Pero no un hombre que vencía a la bestia interpretando sabe Dios qué canción con sabe quién qué instrumento. 
Cuando reclamó su premio, los prohombres sometieron a votación la decisión final, y todos estuvieron de acuerdo en que el premio estipulado había sido excesivo, fruto de un miedo irracional que les había hecho perder la cabeza momentáneamente. Le dijeron que debería conformarse con una décima parte, lo que, de todas formas, no dejaba de ser más de lo que él podría ganar honradamente durante toda una vida fabricando instrumentos, y por lo que, visto lo acontecido, no había tenido que esforzarse gran cosa. 
Tahar argumentó que una promesa no ha de someterse a votación y mucho menos dejar de cumplirse, pero cuando vio los rostros de sus conciudadanos y oyó el coro de voces de protesta, se conformó. Reclamó entonces lo que más le importaba: la mano de Lorien. Pero esta vez fue su padre, el burgomaestre, el que se negó de plano a concedérsela. Es cierto que ahora era un hombre rico —reconoció—, pero tenía otros planes para el futuro de su hija y de su propia casa. Un momento del locura, reiteró también.


Y así acabaron, al tiempo, el terror de la ciudad y las ilusiones de los dos enamorados. 
Lorien lo miró, los ojos se le llenaron de lágrimas, pero nada dijo. 
Quien sí habló fue él:
—Es cierto, a veces los hombres pierden momentáneamente la razón y dicen y hacen cosas de las que luego se arrepienten. Soy comprensivo y, si algo no deseo, es disgustarme con ninguno de vosotros; y, mirando al burgomaestre, añadió: y aún menos con quien algún día me unirá el parentesco. Así que me resigno por el momento, hago un esfuerzo para entender vuestra insensatez actual y os doy, para que meditéis sobre vuestra nueva opinión, todo un año. Entonces volveré para reclamar lo que es legítimamente mío. 
Todos pensaron que estaba loco, pero tenían ganas de volver a sus hogares y a sus negocios, así que nadie discutió con él ni argumentó en su contra. 
Tahar recibió el dinero y siguió habitando la misma casa y trabajando en el mismo taller. Las barcazas volvieron a traer y llevar del puerto multitud de bienes, enseres y personas; los carros con mercancías llenaron de nuevo los caminos y la populosa ciudad recobró su ritmo. 

Ese invierno fue frío, y dado que, por culpa del maldito dragón —ojalá estuviera muerto, se repetían todos a cada instante— se habían perdido ganado, cosechas y propiedades, todos se afanaron en sus quehaceres,  intentando mediante el trabajo y el comercio olvidar el incidente y rehacer sus economías, cuando no sus hogares, ya que aquella bestia también había acabado con la vida de parientes y amigos. 

1 comentario:

  1. Lo difícil siempre parece sencillo, cuando no se teatraliza.
    solo la sangre y la muerte representan la fuerza del poder.

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