miércoles, 30 de mayo de 2012

Tempus Fugit / El tiempo huye


Parece que fue ayer.
¿Cuántas veces no habré oído o dicho esta frase en los últimos años?
Envejezco, no maduro, directamente envejezco. 
De vez en cuando una fotografía de hace un tiempo me lo recuerda; alguna vez me ha pasado, tras el reencuentro con un viejo amigo que, mientras lo saludo, se me viene a la cabeza aquel chiste de Eugenio: se encuentran dos conocidos y uno le dice al otro: “Hombre Pepe, ¿cómo estás?” y el tal Pepe le contesta: “Pues anda que tú!”. Sonrío, e imagino entonces que mi amigo no se imagina lo que estoy pensando. A saber qué piensa, realmente, él.
Hace unos meses mi madre me descabalgó de un tirón de una de mis personalidades, la que da título a este blog. Me presentó a una conocida que encontramos mientras dábamos uno de esos paseos lentos, lentos, para acomodarnos a su paso, y le dijo, refiriéndose a sus hijos y al lugar que yo ocupaba: “Y este es el más viejo”. Yo la interrumpí, medio en broma: “Pues yo pensaba que era tu mayor”; y ella me contestó, siguiendo con su conversación, como si nada: “Eso era antes”. 
Así las cosas, no supe ya si seguir escribiendo bajo este epígrafe, me sentí el usurpador de un título. Había creído que los honores eran para siempre y ahora me daba cuenta de que no: las madres, ahora lo veo, son como Dios, tan pronto te dan como te quitan, y sus caminos, como los del Señor, son inescrutables.
Ayer: sola, esta palabra significa una distancia no superior en el tiempo a veinticuatro horas; precedida de “parece que fue” puede significar un mes, un año, cuarenta.
Parece que fue ayer cuando escribí la entrada anterior. Y hace ya meses. 

Pienso: no tengo la necesidad de escribir y carezco de la voluntad para dedicar mi ocio a algo que no me atrae en este momento. Vuelvo a pensar: quizás, sin saberlo, quedé afectado y ahora que he dejado de ser El mayor de la Juanita me he quedado sin nada que decir. Continúo pensando: me siento disperso y necesito reagrupar ideas, proyectos, esfuerzos; es primavera y busco reorientarme, descubrir qué es eso que me intranquiliza, y trabajar para solucionarlo. Como me dije ya en una ocasión, sé que me pasa algo, pero no sé qué; y ahora empiezo a necesitar saberlo.
Sólo tengo esta noche una certeza: que un día, sin añoranzas ni remordimientos, y si es posible con satisfacción, miraré atrás, leeré lo que ahora escribo y pensaré: Parece que fue ayer.