lunes, 9 de mayo de 2011

IMPOSTURAS: EL CABALLO DEL DODECAEDRO. 2. El dodecaedro.


Es sólo una imagen, repito. Podría haber elegido un poliedro más simple, como el tetraedro, que tiene sólo cuatro caras triangulares —una pirámide, contando la cara oculta que queda apoyada en la tierra— o más complejo, como el icosaedro, que tiene veinte caras que han de ser polígonos de diecinueve lados o menos. Pero he elegido el dodecaedro: doce caras—como los meses del año— y, puestos a pedir, que sean pentágonos regulares, para que la figura elegida sea uno de los llamados sólidos platónicos.
Lo he elegido también, lo reconozco, por cierta estúpida vanidad, ya que hay quien afirma que dodecaédrica sea posiblemente la estructura del Universo y es la forma que tienen los dados que se utilizan en los juegos de rol, a diferencia de los normales, que tienen sólo seis caras cuadradas.
El número de meses del Año, el Pentágono relacionado con las ciencias ocultas, la forma del Universo, el Azar. Todo unido me resultaba sugerente. Por eso elegí la imagen del dodecaedro.
Imaginemos uno. Cada uno de sus doce pentágonos tiene una imagen dibujada. Una es la de un pájaro que canta; otra muestra una antigua fotografía; una tercera un fragmento de orla; una cuarta la huella de la cabeza de un niño en la almohada; hay otra que simplemente es el color azul cobalto; en la cara opuesta hay una partitura musical, en otra un cálamo que copia, e incluso existe una que muestra unas briznas de hierba que se mueven y que representa ese viento que no puede verse sino en sus efectos.


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