hagiografía: estudio de la vida de los santos.
eiségesis: incluir las interpretaciones personales en un texto.
San Galo, Saint Gallen, St Gallus
La hagiografía es pobre: fue un monje irlandés, discípulo de San Colombano, que llegó en el siglo VII a los Alpes para convertir a aquellos campesinos al cristianismo. Cuando encontró una gruta en la que morar encontró allí a un oso al que le ordenó traer leña y que después se fuese. Y el oso obedeció. Luego hizo otros milagros, repartió dádivas entre los pobres y fundó un monasterio. Su onomástica se celebra el 16 de octubre. Fin de la historia.
Se marchó a vivir a una cueva, pero ésta ya tenía un inquilino: un enorme oso. En vez de abandonar, o de hacer que el animal se fuera, llegó a un pacto con él: el oso traería leña y él, a cambio, le daría pan de jengibre.
De ahí una curiosa conclusión: cada uno de nosotros ha de convivir con un animal interior, y si realmente somos sabios, no lo ignoraremos ni intentaremos domarlo: la única posibilidad de ser felices es aceptarlo y llegar a un acuerdo con él, a no ser que queramos morir de hambre o destrozados por sus garras. Y concluye: alimentad a vuestro oso, y él os traerá leña para el fuego.
Obershamersbach
Me hago mayor. En mi vida empiezan a existir demasiadas coincidencias i recurrencias.
Este verano recalamos en la Selva Negra, casi tocando a Suiza, en un pueblecito llamado Obershamersbach. El hotel restaurante más importante —justo frente a la puerta de la iglesia— era el Bären, el Oso. Mi sorpresa fue cuando, en mi tradicional visita al templo, descubrí que estaba dedicada a St Gallus.
Allí estaban. El santo y el oso, lo místico y lo salvaje, lo profundamente espiritual y lo terriblemente natural; quien lo cifra todo en un futuro que hay más allá y quien vive con pasión cada minuto del presente. El Santo y el Oso.
Una reflexión y un café
Las iglesias son lugares de recogimiento y de reflexión. Espacios consagrados al silencio —y a Dios, sea quien sea— que deberíamos visitar periódicamente, sobre todo esas que nos subyugan con su belleza. En ella recordé la vieja historia y me pregunté que había hecho últimamente por mi animal interior. Y entendí por qué algunas noches sentía frío.
Al fondo pude ver de nuevo, en una vidriera, al santo y al oso; el primero parecía distraído, pero el animal me pareció que me observaba. Quizás debería haber optado por una buena cerveza.
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